HISTORIA

Referencia Histórica del Entorno de Los Molinos

La presencia del hombre en la sierra del Guadarrama es tan antigua como el "homo hispanicus" si se tiene en cuenta que, desde el paleolítico inferior no ha habido forma de cruzar la meseta castellana sin habérselas con la cordillera que la parte en dos. Por lo tanto, ha sido un "sitio de paso" de los variados pueblos invasores de la Península.

El documento material más antiguo que se conserva de este paso de unos y otros por la Sierra es precisamente una vía de comunicación, la calzada romana de Titulcia a Segovia por el puerto de la Fuenfría, de la que quedan trozos apreciables y media docena de puentes perfectamente conservados, que se usaron durante toda la Edad Media. Al borde de tal vía surgen los más antiguos núcleos de población de esta zona.

De la época visigótica datan los primeros testimonios arqueológicos de una ocupación permanente, las monedas aparecidas en Cercedilla. De la ocupación musulmana quedan vestigios de fortificaciones en Bustarviejo, Buitrago, Alpedrete y Moralzarzal; el topónimo "Guadarrama" es de origen claramente árabe (Oued-er-Rmel). En el término de Los Molinos parece que existió una fortaleza árabe según mención de Sainz de Robles.

La dominación musulmana concluye a finales del siglo XI tras la conquista del reino de Toledo por Alfonso VI en 1085. La repoblación de la vertiente madrileña de la Sierra dura hasta el siglo XIV, época a la que se remontan la mayoría de los pueblos serranos de este lado, corrió a cargo de los segovianos. Ello implica que la mayor parte de estos territorios perteneciesen a Segovia en sus inicios.

La zona fue muy disputada por madrileños y segovianos interesados en sus bosques, pastos y caza. Según un documento de 1.152 Alfonso VII entregó a Madrid las tierras comprendidas entre esta villa y la sierra. Posteriormente, por la presión de los segovianos, Alfonso VIII en 1.208 devolvería la zona a Segovia, que la incluiría dentro del Sexmo (asociación de municipios para la administración bienes comunes) de Manzanares, en su comunidad de Villa y Tierra.

La lucha entre Segovia y Madrid fue zanjada finalmente en 1.247 por el Rey Fernando III que tomó bajo su protección las tierras en discusión creando un señorío de realengo: el Real de Manzanares. A principios de S. XV este señorío fue heredado por los Mendoza, gracias a matrimonios de fortuna, al que se añadirán otros señoríos (Torrelaguna, Hita, Buitrago).

Más tarde, Juan II de Trastamara le concederá a Don Iñigo López de Mendoza los títulos de Marqués de Santillana y Conde del Real de Manzanares, en agradecimiento a su ayuda a la Corona. El Marqués construyó el castillo de Manzanares a mediados del S. XV. Su hijo se casó con la heredera del Condestable Don Álvaro de Luna y los Reyes Católicos, agradecidos a los Mendoza por que les facilitó su ascensión al trono y por su colaboración en la unificación de los reinos de España, les concedió el Ducado del Infantado en 1475. Por esa vía el Real de Manzanares estuvo vinculado a Guadalajara hasta finales del Siglo XVIII.

(Pintura del Marques de Santillana orando a la Virgen de Sopetrán. Monasterio próximo a Hita, Guadalajara)

Primeros pobladores del lugar de Los Molinos

Hasta finales del siglo XV la economía de los pueblos serranos fue de mera subsistencia, especialmente en los de la vertiente madrileña, basada casi exclusivamente en una agricultura rudimentaria, una ganadería muy pobre y poco diversificada, predominantemente lanar y cabrío, y unos aprovechamientos forestales consistentes básicamente en "cazar, cortar leña y hacer carbón".

En el S. XVI se procede a roturar las tierras debido a la demanda de alimentos asociada a las obras de construcción de El Escorial que se inician en 1.530. El desarrollo de la producción agrícola tiene como consecuencia la construcción a orillas del río Guadarrama, entre las aldeas de Cercedilla y Guadarrama, de media docena de molinos de agua, que transformarán en harina todos los cereales llegados de los pueblos próximos en carretas tiradas por caballerías. Los serranos empezarían a conocer este lugar con el nombre de LOS MOLINOS.

Se molía a maquila: un celemín por fanega molida. El celemín era una unidad de medida de capacidad, equivalente a 4,625 litros y era la doceava parte de una fanega . En el manuscrito nº 11.265 de la Biblioteca Nacional se recoge la licencia que en 1.546 se concede a Álvaro de Mena para establecer un molino de cubo en el río Guadarrama. La foto de la derecha corresponde al molino del Monasterio de Sopetran (Guadalajara), fotografiado con el permiso de su propietario D. Manuel Criado del Val. Como éste eran los molinos de nuestra comarca.

El libro más antiguo de bautismos que existió en el archivo de la Iglesia data de 1.502. Las alusiones a este pueblo a lo largo del siglo XVI aparecen siempre ligado a la vecina Villa de Guadarrama. La primera referencia al lugar de Los Molinos se encuentra en la obra de Fernando Colón (entre 1.517 y 1.523), en la que hace alusión a la distancia entre esta villa y el lugar de Los Molinos, "una legua pequeña y llana". A Cerceda había tres leguas. La legua terrestre era una medida de longitud de Castilla y tenía 5.572 m. En la imagen se muestra el mojón de una legua que se encuentra en la carretera de Guadarrama al Puerto de Navacerrada M-614, en la entrada a la Urbanización de la Serranilla. Los primeros datos que se dispone sobre población corresponden a 1.591: ochenta y siete vecinos pecheros (súbditos que estaban obligados a pagar rentas o tributos al rey o señor) y 348 personas, lo que indica la existencia de un núcleo de relativa importancia con una actividad plenamente asentada.

Siglo XVI: El origen del topónimo de Los Molinos

El territorio de Los Molinos tiene presencia en las vías de comunicación desde muy antiguo, pero la existencia de un núcleo de población estable no se consolida probablemente hasta los siglos XIV y XV. En efecto, además de la Calzada Romana que, con toda probabilidad pasaba por el término de Los Molinos, en la Edad Media transitaba por el lugar la Cañada Real de Merinas, que une la Cañada Soriana Occidental con la Real Segoviana. Este ramal de la Cañada de la Mesta correspondiente al sistema segoviano, corona la sierra por el llamado Pasadero de las Merinas (también conocido como el collado del Arcipreste porque por allí anduvo el Arcipreste de Hita), entra en el municipio por el Suroeste y asciende en dirección noreste, saliendo del mismo hacia oriente en dirección a Collado Mediano.

Donde hoy está asentado el campo de fútbol de Las Eras había un descansadero, que se utilizaba por los pastores antes de reanudar la marcha hacia Collado Mediano. Las cañadas de trashumancia solían tener unas 90 varas de ancho (la vara castellana equivalía a 0,8356 m.) y eran protegidas por el Consejo de la Mesta, que concedía a los ganaderos trashumantes una serie de privilegios de paso, pastoreo, etc.

Algunos historiadores hablan de la existencia de una fortaleza musulmana en el término de Los Molinos, cosa no probada, pero que en cualquier caso no conllevó un asentamiento permanente de población. Ello tiene lugar con la repoblación posterior a la reconquista de estas tierras por los reinos cristianos.

Siglo XVII: Concesión del Título de Villa

Siglo XVII: Concesión del Título de Villa El legado más importante de este siglo es la Iglesia Parroquial y la concesión del título de villa al pueblo de Los Molinos. Según Sainz de Robles la Iglesia de la Concepción de Nuestra Señora se fundaría en 1.570, mientras que Azcárate la sitúa a principios del siglo siguiente. Lo más probable es que la primera fecha corresponda al inicio de las obras y su terminación sea de principios del siglo XVII.

La pertenencia de Los Molinos al Real de Manzanares lo adscribía a la jurisdicción de un Gobernador nombrado por el Duque del Infantado, que ejercía funciones ejecutivas y judiciales. Este hecho obligaba a molestos traslados a Colmenar, residencia del Gobernador, de las gentes de las aldeas dependientes del Señorío.

Por disposición Real se invitó a los núcleos de viviendas a formar villazgo propio, si se encontraban a más de tres leguas de distancia (16,5 Km.) del núcleo principal, lo que hacía imposible acudir en auxilio de la justicia por la distancia y por las condiciones climatológicas nada favorables en invierno. En el año de 1.667 se concedía a Los Molinos el título de Villa, que firmaba la Reina Doña María Ana de Austria, como regente de los reinos de su hijo, el Infante-Rey Carlos II, último de la dinastía de los Austrias.

Siglo XVIII

En el trabajo "Arquitectura y Desarrollo Urbano en la Comunidad de Madrid", se recoge que en 1.713 la población había descendido a 20 vecinos y 80 personas, frente a los 87 vecinos y 348 habitantes de 1591. Probablemente el descenso de población no fue tan importante, pero se ha de tener en cuenta que las guerras, la epidemia de peste y la profunda crisis económica del último periodo de Los Austrias tuvo que incidir negativamente en la población.

La recuperación del pueblo en este siglo tiene su origen en la construcción del Palacio Real de Madrid, que impulsa la demanda de madera y materiales de construcción. El transporte tiene una especial importancia para la villa de Los Molinos. Hacia 1760 había 45 carreteros declarados. La actividad de carretería tenía como consecuencia la existencia de una importante cabaña de bueyes (entre setenta y ochenta), que requerían que una buena parte de las tierras se dedicasen a su alimentación, en detrimento de la superficie labrada. El valor de un buey era de 1.100 reales de vellón, una vaca de vientre costaba entre 400 y 500 reales de vellón y una casa corriente ascendía a 2.000 reales de vellón.

En 1.737 se construye la ermita de San José, según reza en el dintel de la puerta, próxima al cauce del río Guadarrama y al antiguo cementerio.

En 1.749 se construye el camino a Guadarrama, para mejorar el transporte de mercancías hasta Madrid.

En 1.751, siendo Rey Fernando VI, por la influencia de la Ilustración, se hizo un estudio de la economía española conocido como el Catastro de la Ensenada , en honor a su promotor el Marqués de la Ensenada. En él se censaba la población y la riqueza de la corona de Castilla, que debía servir de base para la sustitución de los diferentes impuestos que conformaban las denominadas rentas provinciales por una única contribución. Esta encuesta nos proporciona datos exactos de aquella época. Del pueblo de Los Molinos se obtuvo el número de vecinos, la calidad de tierra, los cultivos, la artesanía, la ganadería y la actividad comercial. El número de vecinos se censó en 70 (no se dispone del número de habitantes) y el de edificios entre 70 y 80 casas.

Más tarde, en 1.768, la población era de 332 habitantes según el censo de Aranda. En 1786 se realizó el Censo de Floridblanca, llamado así en honor al conde de Floridablanca, ministro del Rey Carlos III. La población había crecido notablemente, situándose en 405 habitantes. Según consta en este censo, Los Molinos pertenecía en esa época a la intendencia de Guadalajara y al Corregimiento del Real de Manzanares.

En el Cuestionario de 1787 , del cardenal Lorenzana, ofrece datos del último año del reinado de Carlos III. El número de vecinos lo sitúa en 101. Este estudio hace mención de la importancia que tenía el transporte de carbón y trigo del Real Pósito para la Corte de Madrid. También indica la existencia de dos caminos: uno más principal, que subía desde Guadarrama a La Fuenfría, y otro que conducía a Collado Mediano.

Del año 1.793 se han localizado tres mojones de granito, de metro y medio de alto, en uno de ellos rige la siguiente leyenda: "Bedado de caza menor. Año de 1793" sobre la que aparece inscrita una "R" tocada con un símbolo de la Corona. Estos hitos debieron delimitar un coto de caza reservado a la familia de su majestad Carlos IV. (En la imagen se recoge el mojón situado en el cruce de la Estación).

A finales del S. XVIII Los Molinos establece el comercio de hielo con Madrid. Recogido en los neveros de la sierra, el hielo se cortaba y transportaba en bloques. En 1.799 el partido de Colmenar Viejo (y con él Los Molinos) deja de pertenecer a Guadalajara y se incorpora a Madrid.

Siglo XX

A finales del S. XIX y primeros del XX se crean las primeras colonias de segunda residencia, cuya promoción se debió, como en otros pueblos de la Sierra, a la iniciativa municipal que ponía a disposición terrenos del ayuntamiento que se enajenaban mediante el pago de un canon, con la única obligación de construir. Ejemplos de esta política municipal son la colonia de Matalaguna (o también llamada de la Estación) iniciada en 1.900, que agrupaba más de 140 casas antes de 1.936, y la colonia de las Eras.

Según una crónica de sociedad de 1.897, los barones de Chirel construían seis villas para sus numerosas hijas en la carretera de la Estación. En esas fechas ya está en funcionamiento la fábrica de metalurgia propiedad del barón, situada a orillas del río, frente al parque. Dicha industria se cerró en 1.910 con notable incidencia en el pueblo. El Barón del Castillo de Chirel fue un personaje importante en la historia de Los Molinos. Además de la metalurgia, colaboró en la financiación de la escuela (1884), construyó una gran vaquería, influyó en la construcción de la estación de ferrocarril, participó en la primera traída de aguas y posteriormente en la Sociedad de Aguas de Los Molinos.

La población en esta época sigue creciendo. En 1.910 se censaban 152 vecinos y en 1.920 se alcanzaba la cifra de 179. La construcción de la capilla de Ntra. Sra. del Carmen, situada en la colonia de Matalaguna, tiene como finalidad atender las necesidades de los veraneantes. La primera traída de aguas públicas data de 1.920. Posteriormente, en 1.923 se constituye la Sociedad de Aguas que construye una presa a comienzos de los años 40 de este siglo.

Durante La Guerra Civil Los Molinos formó parte del bando republicano, conservándose hoy en día varias casamatas de hormigón, de planta circular, que servían como nido de ametralladoras. El pueblo tuvo que ser evacuado y la vida quedó paralizada durante este tiempo.

Entre 1.940 y 1.957 se construyen cuatro viviendas para maestros, el grupo escolar Divino Maestro, el actual edificio del Ayuntamiento, sobre el mismo lugar en el que se levantaba el anterior, y un lavadero (actualmente dedicado a gimnasio municipal). Posiblemente de esta época es el puente de hormigón y piedra sobre el Guadarrama, en la carretera de la Estación (inicio del Paseo Miguel Menéndez Boneta).

Especial mención merece el arquitecto municipal Luis Rodríguez de Quevedo, que durante casi tres décadas dejará su impronta en casi todas las edificaciones que se llevan a cabo a partir de los años cuarenta. Suyos son el edificio del Ayuntamiento, el grupo escolar, el cementerio, y la mayor parte de las villas que se construyen en esos años, conformando un estilo característico.

Un croquis del término municipal de 1.949 recoge la existencia de unos tejares y cinco molinos harineros, dos de los cuales estaban abandonados. El último molino en activo, el de los Tres Puentes o de Evaristo, se cerró en 1.958, según testimonio del último molinero D. Adolfo Martín Mena.

Otras industrias de esa época son la fábrica de lejías y asperones "La Calzadilla", la fábrica de sifones y gaseosas "Espumosos la Casita", la fundición de D. Valentín Alonso Casares, la fábrica de hielo (hoy dedicada a restaurante, conserva las instalaciones de fabricación de hielo), la Churrería de Bolusiano, famosa en todos los pueblos de alrededor por sus patatas fritas.

En el sector del ocio estaban las Piscinas de San Antonio o de Evaristo, publicitadas ampliamente en la capital, a las que acudían numerosos madrileños los fines de semana del verano. El complejo "Jardín de Verano Casa Zacarías" ofrecía bolera, cine de verano y baile. Era el centro donde se divertía la juventud de los años 50 y 60.

A finales de la década de los cincuenta, Los Molinos cuenta con más de 800 edificios, de los cuales unas 600 son casas de veraneo, y 1.666 habitantes, que ascienden a 8.000 durante la época estival.

Entre 1.950 y 1.970 se lleva a cabo la urbanización masiva de suelo: Peñatova, de iniciativa municipal, El Linar y Los Almendros son algunas de las parcelaciones acometidas en ese periodo.

El importante desarrollo de la construcción en piedra atrae una fuerte inmigración de gallegos, que venían atraídos por la construcción de casas de piedra, y avulenses, que trabajaban en la repoblación del Pinar. Los gallegos proceden en su mayoría de Orense y, en concreto, del término de Padrenda, próximo a la frontera portuguesa. En la actualidad la población de origen gallego representa un 30% de los habitantes de derecho de Los Molinos. Es fácil oír hablar gallego, comer buen pulpo "a feira" con ribeiro, callos a la gallega o caldo; también se puede asistir a las fiestas promovidas por esta colonia en honor a San Benitiño do Rabiño.

El 15 de Agosto de 1.952 se inicia la primera romería a la Virgen del Espino erigida a iniciativa de un grupo de veraneantes y gentes del pueblo con el ánimo de acercar a ambos colectivos. La construcción de la Biblioteca por el MEC es de 1.968. La Marina española erige un monumento a la Armada en 1.982, en señal de agradecimiento por los servicios del pueblo al Sanatorio de Marina; el parque en torno a la ermita de San José es de 1.990.

El Plan General de Urbanismo de 1.969 supuso una renovación del casco antiguo en un treinta por ciento. La construcción de viviendas unifamiliares aisladas sigue pujante hasta nuestros días en urbanizaciones como Matarrubia, Majalastablas, Los Borregones, etc. En los últimos años aparecen conjuntos residenciales de viviendas adosadas, El Balcón de la Peñota, Luz Sierra...

Colectividades

Las excelencias del clima y su situación hizo que muchas colectividades eligieran el término de los molinos para asentarse.
A principios de siglo existía ya el asilo de San Rafael, al que se sumaría la Residencia de Los Olmos, el Sanatorio de la Marina, el Hogar Sacerdotal (1958), el Colegio de Deficientes, el asilo de las Hermanitas de los Pobres, un centro de rehabilitación de Toxicómanos, etc. etc.
En la actualidad existen censadas 42 colectividades, en su mayoría dependientes de órdenes religiosas.

Personajes famosos en Los Molinos

Entre los personajes famosos que habitaron o habitan en nuestra villa son de destacar Pío Baroja y Julio Caro Baroja, que poseían casa (el hotel Molino de la Cruz).
Julián Besteiro veraneó en la casa que llevaba el nombre de Begoñaechea (actualmente conocida por Raíces).
El general Faura (que dio nombre a la Huerta del General).
Los doctores Jiménez Díaz y Federico Rubio Galí.
Los ministros López Bravo (su madre fue maestra en Los Molinos en los años 20), Díaz Ambrona, Martín Artajo y Carlos Solchaga.
El torero Juan Belmonte veraneó en Torreblanca.
El director de orquesta Ataulfo Argenta, Alfonso Sánchez, crítico de cine.
Dolores Ibárruri, La Pasionaria , veraneó varios años en un chalet cercano a la Capilla del Carmen.
Antonio Carmona del conjunto Ketama.
Ana Botella, esposa del Presidente del Gobierno, fue elegida Regidora de la Virgen del Espino.
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